jueves, 1 de mayo de 2014

PRIMERO DE MAYO. Hay que prepararse para no ser "mártires de la Troika".

Durante siglos la sociedad trabajadora estuvo sometida a las inclemencias del terrateniente y del tiempo agrícola. Modernamente su puesto de trabajo depende,  en gran medida, de la voracidad  del mercantilismo industrial  y de la situación financiera del capitalismo, sin embargo el “movimiento obrero”  ha ido conquistando etapas de dignificación profesional y de importantes mejoras  en sus justas reivindicaciones.

Solidaridad con los parados ¡trabajo digno!
La defensa de la jornada laboral de 8 horas fue una constante durante buena parte del siglo XIX, pero no se hace patente hasta el 1º de mayo de 1886 tras las ejecuciones de unos sindicalistas anarquistas en la ciudad norteamericana de Chicago. El delito de los recordados como los “mártires de Chicago” fue defender la  huelga como instrumento de lucha y la jornada de 8 horas. El poeta cubano José Martí relató para un periódico argentino la muerte de los sindicalistas y las palabras de esperanza que tenían en un futuro mejor para la clase trabajadora. Después de los sucesos de Chicago miles de trabajadores se unieron a la lucha y fueron torturados, asesinados, encarcelados o perseguidos, entre ellos, españoles, italianos, irlandeses, alemanes y rusos, la mayoría emigrantes de los países europeos.

En la actualidad el 1º de mayo se ha convertido en una fiesta conmemorativa en la que su verdadero origen se ha perdido para la mayoría de los trabajadores. Los poderes económicos dominantes, junto a la dejadez sindical y política han logrado borrar las huellas de unos tiempos de lucha que se hacen tan necesarios como entonces. Hoy asistimos a la desmembración del sindicalismo combativo, a una serie de reformas laborales injustas, a un trasvase de población emigrante en manos de una patronal sin escrúpulos y a una clase trabajadora incapaz de exigir sus derechos por miedo al despido cuyo poder está en manos empresariales, hoy el fantasma del miedo domina al mundo del trabajo.

Pero esta situación no debe dejar a los trabajadores paralizados, es el momento de comenzar una lucha activa por recuperar todo lo que se ha perdido. La política y los sindicatos no son instituciones sino herramientas compuestos por trabajadores que pueden y deben servir para transformar la realidad. Hay que militar, hay que trabajar y formar conciencia. Hay que prepararse para no ser "mártires de la Troika".